viernes, 7 de agosto de 2009

De piratas y corsarios (V)


Es más que evidente que los que nacimos piratas desdeñamos con demasiada ligereza la fragilidad del resto de los humanos. Fea costumbre esta que a veces se torna en nuestra contra, sobre todo en los veranos que prometen océanos tranquilos sobre los que navegar en un dulce vaivén… La suerte -o desgracia- es que todavía quedamos piratas. Piratas que contemplamos el horizonte con el romanticismo de antaño, que dejamos a la brisa curtir la libertad y nuestra bandera a la vista de cualquier horizonte.

Con diez cañones por banda
Viento en popa, a toda vela,
No corta el mar sino vuela
Un velero bergantín:
Bajel pirata que llaman
Por su bravura el Temido,
En todo el mar conocido
De uno al otro confín.

La luna en el mar rïela,
En la lona gime el viento,
Y alza en blando movimiento
Olas de plata y azul;
Y ve el capitán pirata,
Cantando alegre en la popa,
Asia a un lado, a otro Europa,
Y allá a su frente Estambul.

“Navega, velero mío,
Sin temor,
Que ni enemigo navío,
Ni tormenta, ni bonanza
Tu rumbo a torcer alcanza,
Ni a sujetar tu valor.”

“Veinte presas
Hemos hecho
A despecho
Del inglés,
Y han rendido
Sus pendones
Cien naciones
A mis pies.”

“Que es mi barco mi tesoro,
Que es mi Dios la libertad,
Mi ley la fuerza y el viento,
Mi única patria la mar.”

José de Espronceda.
Canción del pirata.
En: El Diablo Mundo. El Pelayo. Poesías.
1992. Madrid: Cátedra.

1 comentario:

Doc Pastor dijo...

Más de suerte que otra cosa (no lo voy a negar) es como me he encontrado con este buen blog.

No creo que sea la última vez que entre.