viernes, 1 de febrero de 2013

... y cierra España.



Hace cosa de mil años, en cierta entrevista televisiva, le preguntaron a María del Monte (sí, la tonadillera): “¿Qué hizo con el parné ganado en sus primeras galas?” Y ella, rotunda y cañí, contestó que, como cualquier pobre, comprarse un Mercedes-Benz®. Aquello se me quedó grabado y constata, día tras día, que la pobreza de este país es inconmensurable.
La miseria que sufre nuestro ¿estado? no se mide por el grado de alfabetización ni por el acceso a los alimentos; tiene su termómetro en coches de alta gama, “smartphones” y cruceros por el Mediterráneo, unidades que no entienden de clase, ni condición, sino más bien de ostentación. El problema se hace más acuciante cuando esa carencia monetaria (e intelectual, véanse los esfuerzos de la prensa en afiliarse a uno u otro partido) se mimetiza con el poder, un combinado explosivo que acarrea corruptelas de todo pelaje que hacen de este país el sumum de la vergüenza.
Y no se engañen proclamando su inocencia, acudiendo a manifestaciones en contra de unos u otros, escupiendo contra Europa, ni echándole la culpa al imperialismo americano (¡eso sí son tribunales de justicia!), cómplices ciudadanos y votantes, ya que ansían, como cualquier otro, estar a sus once vicios pese a quien pese. Sólo necesitan asomarse a la mirilla y contemplar como, escayolistas, profesores, concejales, duques, banqueros y jueces, cantan a coro lo de “Billetes, billetes verdes, ¡pero qué bonitos son!”, dando fe -una vez más- de que España no tiene solución (a menos que alguien quiera ahorrar y trabajar…). Así que: apaga la luz y vámonos.

Madre, yo al oro me humillo,
él es mi amante y mi amado,
pues de puro enamorado
de continuo anda amarillo.
Que pues doblón o sencillo
hace todo cuanto quiero,
poderoso caballero
es don Dinero.

[…]

Es galán, y es como un oro:
tiene quebrado el color;
persona de gran valor,
tan cristiano como moro;
que pues da y quita el decoro
y quebranta cualquier fuero,
poderoso caballero
es don Dinero.

[…]

Por importar en los tratos
y dar tan buenos consejos
en las casas de los viejos
gatos le guardan de gatos;
y, pues él rompe recatos
y ablanda al juez más severo,
poderoso caballero
es don Dinero.

[…]
Francisco de Quevedo.
Poderoso caballero es don Dinero.
En: Antología poética.
2002. Madrid: Espasa.

1 comentario:

miriabad dijo...

Yo, que paren que me bajo... Eso o irme a vivir a las islas de chirinpanga...